miércoles, 26 de junio de 2013

CUANDO CASPE TUVO CINE MATINAL...Y DESCUBRIMOS LO LARGA QUE PUEDE SER UNA TARDE DE COMINGO


Fue a principios de Octubre de 1955. Acababa de iniciar el segundo curso de bachillerato. El domingo, después de la misa dominical de obligada asistencia, se imponía la visita a la tienda de “María la de los periódicos” para comprar el TBO y luego a Casa Roqueta a por la zara y el sidral. Reservábamos, eso sí, el dinero justo para asistir, después de comer, a la sesión infantil.

Uno de esos rutinarios domingos, al asistir a la también rutinaria sesión infantil, vimos anunciado en el Teatro Goya que el domingo siguiente iba a haber sesión matinal de cine. A las 11,30 de la mañana.

Cine matinal en Caspe…como en las grandes capitales. Lógicamente todos decidimos que el domingo siguiente íbamos a ir a la sesión matinal. Más aún si la película anunciada era del “oeste” y protagonizada por uno de nuestros héroes de aquella época Alan Ladd…porque la película que se iba a proyectar en Caspe en sesión matinal era “Raíces profundas”

Aquella semana se nos hizo larga. Aquel domingo la comida en casa se retraso hasta las dos, habitualmente se comía a la una,  para darnos tiempo a ir al cine.

La misa se nos antojo más larga y pesada que de costumbre. A la salida, y ya camino del cine, la visita obligada a Casa Roqueta y a “María la de los periódicos”

Y a las once y cuarto todos sentados en el graderío de general. Aquel graderío de madera que pateábamos estrepitosamente cuando el 7º de caballería llegaba justo a tiempo para salvar el fuerte cercado por los apaches, navajos, mescaleros, o cualquier otra tribu india.

El cine que tan bien conocíamos nos parecía distinto aquella mañana…las luces se apagaron y comenzó la proyección.

Desde aquel día en que vi “Raíces profundas” la he visto nuevamente en innumerables ocasiones y sigue gustándome. Y resulta curioso porque todo lo que allí sucede es perfectamente previsible.

Los actores principales, Alan Ladd y Van Heflin, así como la protagonista femenina Jean Arthur eran viejos conocidos nuestros pero en aquella sesión matinal vi por primera vez un actor que desde entonces se convirtió en uno de mis favoritos por lo inquietante y perturbadora que resultaba su presencia en la pantalla: Jack Palance.

En  “Raíces profundas” interpreta al pistolero que el cacique de la zona contrata para obligar a los pequeños agricultores y ganaderos de la zona  a que le vendan sus tierras.

Ya he dicho que todo en la película era, y es, previsible. Un cacique que quiere adueñarse de todas las tierras de sus vecinos. Para acabar con la resistencia de los más tenaces contrata a un famoso pistolero Jack Wilson, al que da vida Jack Palance, y un pistolero desconocido, Shane interpretado por Alan Ladd, del que nadie sabe de dónde viene ni a donde va y que , como es previsible, ayudara a los más débiles.

La aparición de Jack Palance impactante. Aparece avanzada ya la película. Todos sabíamos que iba a llegar pero no sabíamos cuando…en el bar los vecinos bebían o jugaban a las cartas. De repente la puerta se abre y su vano se recorta contra el horizonte una impresionante figura con un rostro anguloso  y  hierático y vestido de negro como mandaban los cánones del género. Jack Wilson, el pistolero interpretado por Jack Palance, había llegado. Y un nuevo actor se había incorporado a mi “colección “particular...

No me cuesta revivir aquel momento en que su figura se recortó en el vano de la puerta del bar.

 Es curioso que dos de las escenas de western que más recuerdo tengan como escenario el vano de una puerta. Una es la que llegada de Jack Wilson (Jack Palance) al bar. La otra es cuando al final de esa magnífica película de John Ford titulada “Centauros del desierto” Ethan Edwards  (John Wayne) abandona la casa de su hermana y su figura se recorta en el vano de la puerta para ir perdiéndose en el horizonte.

Ya solo faltaba el momento en el que Shane y Jack Wilson se encontraran...y el momento llego. Fue en el pequeño bar. Tiempos medidos perfectamente para crear tensión en una situación cuyo desenlace todos conocíamos. Vamos que a nadie se le pasaba por la cabeza que pudiera ganar el malo…y por supuesto gano el  “bueno”, Shane, y el cine se vino abajo con nuestros pateos al ver derrumbarse herido de muerte al “imponente” Jack Wilson (Jack Palance) .

La película acaba con Shane, el pistolero bueno, abandonando el pequeño pueblo sin dirigirse a ningún sitio.

Para nosotros finalizaba nuestra primera sesión matinal de cine. A casa a comer mientras les comentábamos a nuestros padres la experiencia vivida.

De repente, después de comer, nos dimos cuenta de que ese domingo no teníamos la sesión infantil para llenar la tarde. Y descubrimos lo larga que puede resultar una tarde de domingo sin nuestra sesión infantil….


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